Autoresponders

Ascenso al poder

El ascenso durante la Depresión

Reunión del partido nazi en 1930.
La Gran Depresión trajo nuevos tiempos para el revolucionario alemán. Durante años Hitler había predicho que llegaría, y mientras varios bancos se declaraban en quiebra y millones perdían sus empleos, él declaró su satisfacción, porque entendió que el momento era oportuno para su discurso revolucionario:
Nunca en mi vida he estado más dispuesto e interiormente presto a la lucha que en estos días. Porque la dura realidad ha abierto los ojos de millones de alemanes a las estafas, mentiras y traiciones sin precedentes de los marxistas engañadores del pueblo.
Acerca de la Gran Depresión.
Un elemento clave del discurso de Hitler fue su capacidad de revivir el sentimiento de orgullo nacional, debilitado en la Primera Guerra Mundial y en el posterior Tratado de Versalles. Después de estos sucesos, Alemania había perdido importancia económica en Europa, junto con todas sus colonias, y además había adquirido una pesada deuda al aceptar la responsabilidad de la guerra. Hitler prometía repudiar al Tratado de Versalles, suspender los pagos de indemnización, generar empleo, combatir la corrupción y controlar a los ricos. Sutilmente, los nazis empezaron también a asociar a los judíos con los comunistas y los empresarios corruptos, reviviendo antiguos sentimientos antisemitas.
La inestabilidad económica de la Gran Depresión pronto se extendió al campo político y benefició a Hitler. En marzo de 1930, Heinrich Brüning fue nombrado Canciller de Alemania por el Presidente Paul von Hindenburg, ya que el Canciller saliente fue incapaz de conseguir la mayoría parlamentaria para gobernar. Brüning tampoco la consiguió, pero se mantuvo en el poder gracias a los decretos presidenciales de Hindenburg. De esta manera, la voluntad del Canciller quedó sujeta a la del Presidente, y la voluntad del Parlamento alemán fue relegada a un segundo plano. Sin embargo, Brüning era un demócrata, y procedió a llamar a nuevas elecciones, con la esperanza de obtener la mayoría parlamentaria necesaria poder gobernar sin la aprobación de Hindenburg. Irónicamente, las elecciones parlamentarias de 1930 no contribuirían en el fortalecimiento de la democracia, ya que convertirían al Partido Nazi en la segunda fuerza política de Alemania y al Partido Comunista en la tercera.
Después de obtener apoyo popular, Hitler procedió a buscar el del Ejército. El discurso nacionalista de Hitler hizo mella en jóvenes oficiales; y una semana después de las elecciones, durante un juicio contra tres oficiales que habían promovido la ideología nazi en el Ejército, Hitler fue llamado a testificar y aprovechó esta oportunidad para intentar ganar el apoyo de los militares, asegurando que "vengaría" la Revolución de Noviembre y que eliminaría los límites impuestos al Ejército alemán en el Tratado de Versalles. La victoria electoral de Hitler también atrajo la atención de los hombres de negocios germanos. Desde 1931, Walther Funk empezó a presentar a Hitler poderosos industriales; además, varias empresas empezaron a financiarlo, entre las que destaca la aseguradora Allianz. Sin embargo, la mayoría de empresas alemanas se negaron a apoyar al futuro dictador.

Intrigas de Schleicher y Papen

Boleta electoral de las elecciones presidenciales alemanas de 1932.
Como líder de la segunda fuerza política en el Parlamento, Hitler pronto fue incluido en los planes de los gobernantes de la República de Weimar. A finales de 1931 se reunió con el Canciller Brüning y el Presidente Hindenburg, pero ambos fueron incapaces de conseguir un acuerdo político con él. Fue después de esta primera reunión que Hindenburg aseguró que:
...el «cabo bohemio» era un curioso personaje que podría llegar a ser un Ministro de Correos, pero ciertamente no un Canciller.
Hindenburg sobre Hitler.
El 7 de enero de 1932, Brüning se reunió de nuevo con Hitler, e intentó persuadirlo de que aprobase la postergación de las elecciones presidenciales de 1932. El anciano Hindenburg no quería postularse a la reelección, y todo parecía indicar que Hitler se convertiría en Presidente ante la carencia de otros candidatos de peso; si Hitler aceptaba la postergación de las elecciones hasta la muerte natural de Hindenburg, el Canciller Brüning luego solicitaría el restablecimiento de la monarquía alemana, aunque bajo un sistema de gobierno similar al británico. Hitler se dio cuenta que esta medida no lo beneficiaría, y después de realizar una serie de demandas que fueron rechazadas de inmediato por Hindenburg, se rehusó a apoyar el plan de Brüning. De esta manera, Hindenburg fue forzado a aspirar a un segundo período para evitar un triunfo hitleriano.
El 25 de febrero, Hitler finalmente decidió convertirse en ciudadano alemán, y de inmediato presentó su candidatura, en contraposición a la de Hindenburg. A pesar de que Hitler realizó una impresionante campaña electoral, Hindenburg ganó con holgura estas elecciones, aventajándolo con más de 16 puntos porcentuales. El candidato austríaco había duplicado los votos de su partido en dos años, pero parecía incapaz de acceder el poder a través de los votos sin comprometerse políticamente con Hindenburg. Fue en este año que la animosidad entre Strasser y Hitler se acentuó de nuevo; a pesar de su derrota en Bamberg en 1926, Gregor Strasser había continuado siendo un importante líder del Partido Nazi, y era más aceptado por el Parlamento y el Presidente que Hitler. Debido a su talento político, Hitler lo mantenía en su círculo de asesores más cercano, y junto con Goebbels, Göring, Frick y Röhm, ocupaba el escalafón más alto del Partido en 1932. Sin embargo, Strasser empezó a criticar la postura intolerante de Hitler, quien se rehusaba a compartir un gobierno con los hombres de Hindenburg.
Después de esta derrota electoral, las «camisas pardas», que ya superaban al Ejército en número, fueron prohibidas. Fue en este momento que el General Kurt von Schleicher, artífice del ascenso de Brüning, empezó a conspirar para provocar su caída. Schleicher contactó a Hitler a través de Röhm; a este último le ofreció legalizar las SA de nuevo, con planes de anexarlas posteriormente al Ejército. Por otro lado, le ofreció a Hitler la convocación de nuevas elecciones parlamentarias, a cambio de apoyar a un nuevo gobierno. Como antiguo amigo de Hindenburg, Schleicher logró convencerlo de forzar la renuncia de Brüning, y luego lo persuadió de que nombrase Canciller a Franz von Papen. En las nuevas elecciones parlamentarias de 1932, el Partido Nazi se convirtió en la primera fuerza política del Parlamento, pero no alcanzó la mayoría necesaria para gobernar. Con estos resultados, Hitler se negó a apoyar a Papen, y reclamó la Cancillería para él, rehusándose de nuevo a compartir el poder con la facción de Hindenburg y Schleicher. Con este nuevo fracaso, la corriente de Strasser en el Partido Nazi se fortaleció, y la dirección política de Hitler empezó a ser criticada públicamente por este.
Al igual que su predecesor, el nuevo Canciller, resultó ser incapaz de conseguir la mayoría parlamentaria, y Papen llamó entonces a nuevas elecciones, las terceras en 1932. Aunque en estas elecciones los nazis continuaron siendo la primera fuerza política, perdieron votos, y Hitler quedó aún más lejos de alcanzar la mayoría en el Parlamento. No obstante, por esto no cambió su estrategia, ya que el político austríaco continuó demandando la Cancillería para él, rechazando el ofrecimiento de la Vice-cancillería que le extendió Hindenburg. Por su parte, Schleicher empezó a planificar la caída de Papen, y convenció a Hindenburg que si lo nombraba Canciller lograría dividir el Partido Nazi separando a Strasser. Hindenburg accedió el 2 de diciembre de 1932, sin embargo, el gobierno de Schleicher fue breve, ya que Hitler lo sucedería en menos de dos meses.
En este punto era claro que aún antes del ascenso de los nazis al poder, el poder ya no residía en el pueblo ni el Parlamento democráticamente electo, sino en el Presidente Hindenburg, quien era muy anciano y propenso a ser manipulado por la camarilla que lo rodeaba. Esto era obvio para Hitler, y por eso, cuando Papen se le acercó unos días después de haber salido de la Cancillería, decidió hacer un trato con él, ya que el ex-Canciller todavía contaba con la confianza del Presidente. Esta alianza llegó en el momento oportuno para Hitler, ya que el Partido Nazi se encontraba en quiebra, y los seguidores más radicales estaban abandonando las filas para ingresar al Partido Comunista. Para complicar la situación, Schleicher había puesto en marcha su plan de dividir a los nazis, ofreciendo la Vicecancillería a Strasser, y aunque este no había aceptado, sí tuvo una calurosa discusión con Hitler, después de la cual renunció a todos sus cargos y envió su versión de la historia a los periódicos, amenazando acabar con el Partido. Esta era la amenaza más grave contra el movimiento nazi desde 1925, y Hitler amenazó con suicidarse:
Si el partido llegara a caerse a pedazos, le pondré fin a todo en tres minutos con un disparo.
Sobre la amenaza de Strasser.
Strasser tenía control sobre una parte importante de la estructura nazi, pero en el momento crítico decidió viajar a Italia a tomar unas vacaciones, con la esperanza de que Hitler lo llamase de regreso. El futuro dictador no sólo no lo llamó, sino que aprovechó su ausencia para destituir a todos sus simpatizantes de los cargos de importancia en el partido, y en su lugar nombró a partidarios más fieles. Luego, convocó a todos los líderes nazis a Berlín, donde les tomó un juramento de fidelidad personal. Cuatro días después de la partida de Strasser, Hitler había tomado finalmente el control de toda la estructura política del Partido.
Hitler en la Cancillería del Reich, el 30 de enero de 1933.
El 4 de enero de 1933, Hitler se reunió con Papen, donde acordaron formar una coalición en caso de que el último lograse convencer a Hindenburg de nombrar Canciller al líder nacionalsocialista. El 22 de enero, Hitler tuvo otra reunión con Otto Meissner y con Oskar von Hindenburg, Secretario e hijo del Presidente respectivamente, consiguiendo su apoyo. El 28 de enero, después de pasar varios días intentando conseguir apoyo de cualquier fuerza política sin éxito, el Canciller Schleicher presentó su renuncia ante Hindenburg. El anciano Presidente de inmediato buscó el consejo de Papen, quien le aseguró que podría formar un gobierno con Hitler, donde los nazis serían minoría y estarían bajo control.
Finalmente, el 30 de enero de 1933, Hitler fue nombrado Canciller de Alemania por el Presidente Hindenburg. Políticos conservadores como Papen, e industriales adinerados como Emil Kirdorf, pensaron que lograría controlar al revolucionario alemán y que lo harían obrar en pro de sus intereses, pero en unas pocas semanas Hitler demostraría ser más capaz que estos, y durante su gobierno, muchos de los que lo ayudaron en su carrera al poder terminarían siendo ejecutados, confinados en campos de concentración o huyendo al exilio para salvar sus vidas.

Establecimiento de la dictadura

Hitler con su primer gabinete, el 31 de enero de 1933. Conformado principalmente por conservadores, que deseaban controlar a Hitler, muy pronto fueron subyugados. (Al frente: Hermann Göring y Franz von Papen a su izquierda)
Con su llegada al poder, Hitler estaba lejos de encontrarse en una situación segura, las mismas fuerzas que habían motivado la renuncia de los tres últimos cancilleres seguían vigentes, y por lo tanto Hitler tenía que lidiar con el Presidente Hindenburg y su camarilla, quien a su vez era respaldado por el Ejército y por su propio gabinete de ministros, controlado por los conservadores e industriales, donde los nazis eran minoría. Además, en el Partido Nazi estaban presentes las expectativas de 4 millones de camisas pardas que, liderados por Ernst Röhm, no ocultaban su desdén por el hecho de que tantos elementos conservadores compartieran el gobierno con Hitler. Adicionalmente se encontraban las fuerzas políticas opositoras en el Parlamento, socialdemócratas y comunistas, que controlaban diversos gobiernos regionales; aunque, a pesar de su adversión por el nazismo, jamás fueron capaces de aproximarse entre sí para formar un frente común contra este.

El incendio del Reichstag y la ley habilitante

Con sólo el 34% del Parlamento bajo su control, Hitler todavía tenía que recurrir al "Anciano Caballero", el Presidente Hindenburg, para lograr aprobar sus leyes. El vicecanciller Franz von Papen, que gozaba del apoyo de Hindenburg, estaba seguro que "en dos meses habremos arrinconado tanto a Hitler que se pondrá a chillar". Papen no fue el único que subestimó a Hitler, la prensa en general seguía esta misma línea de pensamiento:
La composición del gabinete no deja a Herr Hitler la menor posibilidad de colmar sus ambiciones dictatoriales.
The New York Times, 31 de enero de 1933
Consciente de su situación, Hitler ocultó inicialmente sus planes revolucionarios, en sus primeras alocuciones evitó en lo posible alarmar al ciudadano común. Sin embargo, de inmediato empezó a trabajar para adquirir más poder; después de sabotear las conversaciones con el Partido del Centro, Hitler informó a su gabinete que eran necesarias nuevas elecciones. Ante las protestas de Hugenberg y Papen, Hitler los calmó asegurándoles que no cambiaría la composición del gabinete sin importar el resultado. Para la campaña de las nuevas elecciones parlamentarias, fijadas para el 5 de marzo, Hitler pudo hacer uso de los recursos del Estado; además, contó con el apoyo de un importante grupo de industriales; quienes, luego de que Hermann Göring les asegurara que probablemente serían las últimas elecciones "en los próximos cien años", donaron tres millones de marcos de la época para la causa nazi. Adicionalmente, días antes, Hitler había tenido una cena con diversos líderes del ejército; a pesar de su llamado al rearme de Alemania, los resultados fueron mixtos, pocos altos oficiales tenían sentimientos democráticos y eran muchos los que deseaban una dictadura militar, pero desconfiaban de los nazis.
No contento con contar con muchos recursos para hacer campaña, Hitler empezó a colocar trabas a los partidos de oposición. A través de decretos presidenciales, impuso restricciones a los mítines políticos y restricciones a la prensa. Además, consolidó la autoridad de un gobierno paralelo regional en Prusia, y colocó a Göring al mando de la policía estadal. Al poco tiempo, la policía prusiana con la ayuda de las "camisas pardas" empezó a disolver las concentraciones opositoras; sólo los opositores más ilusos acudían a la policía cuando eran hostigados por los nazis. Muy pronto, otros siete gobiernos regionales de estados más pequeños fueron usurpados por los nazis, que establecieron autoridades paralelas.
El incendio del Reichstag permitió a Hitler acelerar sus planes de persecución contra sus opositores, acusándolos de ser golpistas.
El 27 de febrero de 1933, una semana antes de las elecciones el edificio del Reichstag fue incendiado. Si bien todavía existe dudas sobre la autoría del incendio, es claro que Hitler se benefició ampliamente de este crimen. Después de que la policía atrapara a un comunista neerlandés de nombre Marinus van der Lubbe en la escena del crimen, Göring empezó a acusar a los comunistas de querer ejecutar un golpe de Estado, y la prensa nazi pronto copió su discurso. Al día siguiente, Hitler no perdió tiempo en presentar un decreto de emergencia de seis artículos, redactados por Göring, donde solicitaba la suspensión de varios artículos de la Constitución de Weimar con el objetivo de "proteger los documentos culturales alemanes". En realidad, el llamado Decreto del incendio del Reichstag acababa con todos los derechos que suelen defender las naciones democráticas: la libertad de expresión; el respeto a la propiedad privada; la libertad de prensa; la inviolabilidad del domicilio, de la correspondencia y de las conversaciones telefónicas; así como la libertad de reunión y de asociación. Además, permitía al gobierno nacional intervenir cualquier gobierno regional que considerase incapaz de mantener el orden en su estado. Luego de que Papen y Meissner apoyaran el decreto, el anciano Presidente lo firmó.
Con estos poderes, la persecución nazi se intensificó, los dirigentes comunistas fueron arrestados y enviados a campos de concentración; además, desde los medios del Estado se inició una campaña de alerta contra el "terror comunista", tratando de convencer al ciudadano alemán de que, a menos que no votasen por los nazis, el país entraría en una guerra civil. Por otro lado, Hitler moderó su discurso, aseguró que sólo necesitaba cuatro años en el poder y minimizó su antisemitismo en público, como dejó constancia el futuro Presidente de Alemania de la post-guerra, Theodor Heuss:
Vocifera mucho menos. Ha dejado de vomitar fuego contra los judíos y en estos días es capaz de pronunciar un discurso de cuatro horas sin mencionar la palabra "judío".
Theodor Heuss, sobre el discurso hitleriano antes de las elecciones parlamentarias de Alemania de 1933.
El 5 de marzo de 1933 se celebraron las últimas elecciones democráticas bajo el gobierno de Hitler, a pesar de su intensa campaña electoral y de la persecución contra sus opositores, la mayoría parlamentaria seguía eludiendo a los nazis, que obtuvieron el 44% de los escaños. Aliado con los nacionalistas de Hugenberg, Hitler controlaba ahora la mitad del Parlamento; pero para poder llevar a cabo su revolución nacional, el Canciller demandaba dos tercios de los escaños. Para solucionar esto, y haciendo uso del decreto del incendio del Reichstag, fueron arrestados todos los diputados comunistas y unos pocos socialdemócratas desafortunados, pasando por alto la inmunidad parlamentaria que gozaban.
Hitler se "subordina" ante el Anciano Caballero, al inaugurar el nuevo Parlamento, 21 de marzo de 1933. Dos días después, Hitler obtiene la ley habilitante, que acaba con el gobierno parlamentario y lo convierte en un dictador constitucional.
Ahora Hitler contaba con suficientes diputados como para cambiar la Constitución y arroparse de más poder; no obstante, primero realizó un acto simbólico para tranquilizar a los movimientos representados por el Presidente Hindenburg: los militares, los junkers y los monarquistas. El 21 de marzo, la misma fecha en que Bismarck inauguró el primer Parlamento del Imperio Alemán, Hitler inauguró el primer Parlamento del Tercer Reich; seleccionó la iglesia del cuartel de Potsdam, sitio de importancia histórica para los militaristas prusianos, y Goebbels se esforzó en crear una atmósfera que diese la impresión de Hitler estaba subornidado al anciano Hindenburg. El embajador francés, presente en la ceremonia, escribió después:
Después del llamativo compromiso hecho por Hitler en Potsdam, ¿cómo podrían estos hombres -Hindenburg y sus amigos, los Junkers y los barones monarquistas, Hugenberg y sus alemanes nacionalistas, los oficiales del Ejército alemán- ... dudar en concenderle su entera confianza, en cumplir todas sus peticiones, en concenderle todos los poderes que exigiera?
André François-Poncet, embajador francés en Alemania entre 1931 y 1938.
El 23 de marzo de 1933, el Parlamento Alemán, reunido en la Ópera Kroll, aprobó la Ley para aliviar las penurias del pueblo y del Reich, mejor conocida como la ley habilitante de 1933. Hitler pronunció un discurso moderado que contrastaba con sus habituales diatribas. Prometió usar sus poderes sólo en casos esenciales, y se comprometió con todas las clases; además, pregonó por la búsqueda de la paz con Occidente e incluso con la Unión Soviética. Sin embargo, al finalizar su exposición, dejo claro que si no obtenía estos poderes legalmente del Parlamento, su gobierno los obtendría a través de otros métodos más violentos. Sólo los socialdemócratas votaron en contra de Hitler; el Zentrum cedió luego de que Hitler les prometiera que toda ley suya podría ser vetada por el Presidente Hindenburg. De esta manera, 441 diputados aprobaron la ley contra 94 diputados socialdemócratas
Con esta ley, Hitler, por un período de cuatro años, tomaba todos los poderes del Poder Legislativo, y ganaba la capacidad de decretar leyes que "podían desviarse de la Constitución". No obstante, no buscando ganarse la enemistad de Hindenburg, la ley conservaba los poderes del Presidente intactos. De esta manera, el Reichstag alemán sucumbía voluntariamente ante el Canciller, adquiriendo un estado de impotencia total que mantendría hasta la post-guerra.

Gleichschaltung

Alemania entró entonces en un proceso conocido como Gleichschaltung (coordinación), donde el Estado y la sociedad empezaron a ser asimiladas por el Partido Nazi y sus organizaciones. En su deseo de unificar a Alemania bajo un totalitario gobierno central, Hitler primero enfiló la ley habilitante contra el federalismo alemán. Los gobiernos de los estados más grandes, Prusia y Baviera, ya habían sido usurpados, y los gobiernos de otros estados más pequeños pronto corrieron la misma suerte. El 31 de marzo, con la ayuda de Wilhelm Frick, Hitler promulgó entonces una ley que disolvía todas las dietas regionales, y ordenaba su reconstitución bajo los resultados de las últimas elecciones nacionales. Una semana después, Hitler apuntó gobernadores para cada estado, y les concedió la facultad de disolver las dietas y destituir a los jueces. De esta manera, todos los gobiernos regionales empezaron a seguir las directivas de Berlín, y Hitler lograba acabar con la celosa autonomía que los históricos estados alemanes habían defendido desde la Guerra de los Treinta Años.
Hitler y Hindenburg durante las celebraciones del 1 de mayo de 1933.
El siguiente objetivo de Hitler fueron los sindicatos, otrora poderosas organizaciones obreras que habían contrarrestado exitosamente un golpe de derecha en 1920. Pero antes de acabarlas, Hitler y Goebbels, ahora Ministro de Propaganda, se esforzaron primero en ganarse la confianza de la clase trabajadora: después de restablecer el 1 de mayo como día festivo; los nazis organizaron manifestaciones de obreros por todo el país; Hitler en persona habló en el aeropuerto de Tempelhof frente a cien mil trabajadores, promoviendo el motto "Honor, trabajo y respeto para el trabajador". Al día siguiente, el 2 de mayo, la actitud del gobierno cambió drásticamente, todos los sindicatos fueron disueltos y "coordinados" forzosamente en un sindicato único, el Frente Alemán del Trabajo, y sus líderes fueron colocados bajo "custodia protectora", un eufemismo que implicaba la internación en un campo de concentración; ni siquiera aquellos que habían estado colaborando con el régimen nazi se salvaron. Solamente a los sindicatos católicos se les concedió un respiro de dos meses, luego recibieron el mismo trato. Desde entonces, los representantes sindicales fueron electos directamente por Hitler, y como los contratos firmados por estos eran legalmente vinculantes, las huelgas quedaron prohibidas de facto.
En este punto, los partidos políticos de oposición se encontraban tan indefensos e impotentes que se empezaron a doblegar ante la mínima presión del gobierno nacional; el 10 de mayo, se confiscaron todas las propiedades del Partido Socialdemócrata, y se cerraron sus periódicos; los socialdemócratas respondieron eligiendo una nueva directiva más tolerante al nazismo, pero tres días después, Wilhelm Frick disolvió el movimiento por considerarlo "subersivo". Los líderes socialdemócratas terminaron acompañando a sus homólogos comunistas en los campos de concentración. El Partido Popular Alemán y el Partido Democrático Alemán, baluartes de la democracia alemana, se disolvieron voluntariamente a inicios de julio; de inmediato siguieron los partidos católicos, el Partido Popular de Baviera se disolvió el 4 de julio, y su aliado nacional, el Zentrum, hizo lo mismo al día siguiente. Tampoco los aliados derechistas de Hitler pudieron evitar ser "coordinados", el 21 de junio la policía ocupó todas las oficinas del Partido Nacional del Pueblo Alemán, el partido de Hugenberg; una semana después éste renunció a su cargo de Ministro de Agricultura, y disolvió el partido, también "voluntariamente".
Con la oposición política neutralizada, Hitler propuso entonces a su gabinete ilegalizar todos los partidos excepto el Partido Nazi. Este gabinete había sido modificado, resaltaba Hjalmar Schacht como nuevo Ministro de Economía, y contaba ahora con ocho nazis; y aunque el conservador Franz von Papen permanecía en el gobierno como Vice-canciller, estaba muy consciente de la futilidad de su posición. La ley del partido único fue aprobada el 14 de julio, casi sin oposición dentro del gabinete.
Mientras Hitler se esforzaba por "coordinar" la sociedad alemana con el Partido, al mismo tiempo obraba para mantener al margen de la sociedad a los elementos raciales "inferiores". El 1 de abril llamó a un boicot contra los negocios judíos, como respuesta a una "campaña mediática" que supuestamente Estados Unidos e Inglaterra habían iniciado en su contra. Una víctima de este período fue Albert Einstein, cuyos activos en el banco fueron embargados luego de que se descubriera una arma letal en su casa: el cuchillo con el que cortaba el pan. Aunque se apostaron camisas pardas frente a los negocios judíos, en general hubo poca violencia, y la ineficaz medida tuvo que ser levantada tres días después. El boicot sí sirvió para sacar de su letargo, aunque temporalmente, al anciano Hindenburg; el Presidente le recriminó al Canciller el hecho de que los veteranos de guerra judíos no estaban siendo tratados como ciudadanos alemanes. Hitler elaboró una vaga promesa para calmarlo, pero el 7 de abril promulgó leyes prohibiendo la presencia de judíos en la administración pública, y restringió su presencia en la abogacia y la medicina. Luego limitó el número de estudiantes judíos en las universidades, bajo el pretexto de prevenir el "hacinamiento". No obstante, las medidas de 1933 no fueron consideradas peligrosas por muchos judíos, que creían que el objetivo de Hitler se limitaba a hostigar a los judíos provenientes de Europa oriental.

La purga de las «camisas pardas»

Gráfico que muestra el sistema de marcado en los campos de concentración nazis.
En poco tiempo, logró afianzarse en el poder, ocupando los cargos de canciller y presidente de la República a la muerte de Hindenburg (2 de agosto de 1934), nombrándose a sí mismo Führer. Eliminó a los oponentes de su propio partido y a colaboradores de dudosa fidelidad durante la llamada «Noche de los cuchillos largos», iniciando el proceso de eliminación de diversos grupos raciales, políticos, sociales y religiosos que consideraba «enemigos de Alemania» y «razas impuras», lo que le llevó a reasignar las directrices a los campos de concentración para la liquidación sistemática de comunistas, judíos, testigos de Jehová (Bibelforscher), gitanos, enfermos mentales y homosexuales, principalmente, así como a un intenso rearme.
Las fabricas y factorías comenzaron a trabajar en la maquinaría del rearme. Además para absorber mano de obra desocupada se empezaron a construir modernas autobahns o carreteras.

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