Autoresponders

Putsch de Múnich

En enero de 1923, luego de que el gobierno alemán se retrasase en el pago de las reparaciones de guerra a Francia, esta nación procedió a ocupar la región industrial del Ruhr, devastando la economía germana. El gobierno llamó entonces a la resistencia no violenta contra Francia, pero en septiembre era obvio que esta estrategia no estaba generando resultados. El 26 de septiembre, el Canciller alemán Gustav Stresemann decidió reiniciar los pagos a Francia, y cancelar la estrategia de resistencia. Stresemann previó que los nacionalistas y los comunistas iniciarían toda clase de protestas y disturbios ante estas impopulares medidas, por lo que declaró el estado de emergencia ese mismo día. De esta manera, el comandante del Ejército, General Hans von Seeckt, se convirtió en la principal autoridad de la República. Hitler vio este período de inestabilidad política como la oportunidad para realizar su propia versión de la "marcha sobre Roma".]
No obstante, el tradicionalmente autónomo estado bávaro no estaba dispuesto a aceptar la autoridad central del General von Seeckt. Ese mismo día, el gobierno regional proclamó su propio estado de emergencia y colocó a Gustav von Kahr al mando de Baviera. El gobierno nacional reaccionó exigiendo el arresto de varios líderes nacionalistas y, además, reclamó la supresión del principal periódico nazi, el Völkischer Beobachter. Cuando el Ejército bávaro rehusó obedecer a su comandante en Jefe, el General von Seeckt amenazó con utilizar la fuerza contra Baviera. Hitler se percató entonces de que la situación regional solamente podría empeorar para él ya que, probablemente, el gobierno de Stresemann lograría estabilizar la situación. Cuando Kahr se negó a discutir la situación con Hitler y sus aliados, éste último sospechó que el gobierno de Baviera iba a capitular ante el gobierno de Berlín, o peor aún, iba a declarar la independencia de Baviera. Hitler decidió entonces realizar una maniobra arriesgada: iba a secuestrar a Kahr, al comandante del Ejército en Baviera y al jefe de la policía regional; una vez en su poder, los iba a convencer de que se uniesen a su bando, y luego, juntos, iban a marchar hacia Berlín para derrocar a Stresemann. Para ganarse el apoyo del Ejército, Hitler decidió usar al General Erich Ludendorff, como figura respetada en su golpe de estado. El anciano general había sido atraído al movimiento nazi unas semanas atrás.
En la noche del 8 de noviembre de 1923, Hitler y los camisas pardas irrumpieron en una reunión pública liderada por Kahr en el Bürgerbräukeller, una cervecería a las afueras de Múnich. Hitler proclamó una revolución y anunció sus intenciones de formar un nuevo gobierno, junto a Ludendorff, quien no estaba enterado del golpe, Antes de iniciar su "Marcha sobre Berlín", que derrocaría al gobierno nacional, Hitler reclamó la ayuda de Kahr y de las fuerzas militares locales. Éste último fingió ayudar a Hitler, pero, gracias a la ingenuidad de Ludendorff, escapó en cuanto pudo y retomó el control regional. Al amanecer del 9 de noviembre, el Ejército y la policía bávara estaban tomando posiciones contra los golpistas; Ernst Röhm y sus tropas nazis se encontraban rodeados en el Ministerio de Guerra bávaro, y Hitler decidió marchar junto con Ludendorff para liberarlos. El anciano comandante alemán había convencido a Hitler de que los soldados y la policía no dispararían contra él, y que se unirían a su causa. No obstante, la policía no se replegó ante Ludendorff y se inició un tiroteo. Dieciséis miembros del NSDAP murieron durante la refriega, pero Hitler escapó únicamente con un hombro dislocado.
Hitler saludando a las tumbas de los dieciséis nazis que murieron durante el golpe de 1923.
Hitler se escondió en la casa de Ernst Hanfstaengl, y pensó en el suicidio.[cita requerida] Fue arrestado dos días después, acusado de alta traición. Alfred Rosenberg se convirtió temporalmente en el líder del partido. Según Joachim Fest, esta subversión fracasada marcó uno de los grandes hitos en la vida de Hitler, pues con ella habría finalizado su aprendizaje y se habría dado paso a su verdadera entrada en la política.
Su juicio, atrajo atención internacional, y le proporcionó una plataforma política para anunciar su movimiento. Durante su juicio, que se inició el 26 de febrero de 1924, Hitler recibió tiempo casi ilimitado para hablar, lo que hizo que su popularidad creciera debido a su poderoso y convincente discurso nacionalista. A diferencia de los participantes del golpe de Kapp, Hitler asumió la responsabilidad de la intentona golpista, pero negó haber cometido un crimen:
Solamente yo cargo la responsabilidad. Pero no soy un criminal por eso. Si hoy me presento aquí como un revolucionario, es como un revolucionario en contra de la revolución. No existe la alta traición contra los traidores de 1918.
Durante su juicio en 1924 El 1 de abril de 1924, Hitler fue sentenciado a 5 años de prisión en la fortaleza de Landsberg, aunque la Constitución estipulaba cadena perpetua contra crímenes de este tipo. Hitler recibió un trato privilegiado de los guardias y pudo recibir cartas y visitas de sus admiradores. Fue absuelto y liberado el 20 de diciembre de ese mismo año, como parte de una amnistía masiva hacia prisioneros políticos. En total, solo cumplió nueve meses de su condena.

Mein Kampf

Fortaleza de Landsberg, donde Hitler, cumpliendo su condena por el golpe de Múnich, continuó escribiendo Mein Kampf.
La estadía de Hitler en la prisión de Landsberg le permitió organizar sus ideas, que dictó a diversos secretarios. El resultado sería una obra titulada Mein Kampf (Mi Lucha), aunque originalmente había planeado llamarla Cuatro años de lucha contra mentiras, estupidez y cobardía. Esta obra, dedicada a Dietrich Eckart,[cita requerida] era una autobiografía y, más importante aún, una exposición de la ideología nacionalsocialista.
A través de sus 782 páginas, Hitler detalló los pasos que un futuro Estado alemán nacionalsocialista debía seguir para eventualmente convertirse en el «amo del mundo». Primero aboga por la conclusión definitiva de la hostilidad franco-germana, que se lograría con la destrucción de Francia. Una vez conseguido esto, Alemania finalmente se encontraría en libertad de expandirse, con el objetivo de conseguir el llamado «espacio vital alemán». Hitler concluye que el Tercer Reich no debe buscar colonias en Asia o África, sino que debe expandirse hacia el este, a expensas de Rusia. Aunque reconoce que diversos pueblos ya habitan en Europa oriental, asegura que el pueblo alemán tiene el derecho de desalojar a sus ocupantes:
...la naturaleza no ha reservado esta tierra para la futura posesión de una nación o raza en particular; por el contrario, esta tierra existe para el pueblo que posea la fuerza de tomarla.
Acerca de la expansión alemana hacia el este.Hitler considera que la conquista de Rusia será relativamente fácil, ya que los bolcheviques la controlan, y por lo tanto los judíos.
En cuanto a la política interior del Tercer Reich, Hitler claramente define que el sistema de gobierno será una dictadura: Además, el Estado tendrá muy poco que ver con la economía, ya que en realidad será un "organismo racial". Después de establecer que la raza aria es superior sobre el resto, asegura que la misma debe subyugar a las demás para poder "preservar e incrementar la cultura". Concluye que los alemanes se encuentran en el estado actual debido a que no preservaron su raza pura, y "gradualmente perdieron su creatividad cultural". Después de escribir esto, no es sorprendente que determine que el principal propósito del Estado nazi sea:
...la preservación de los elementos raciales originales que confieren cultura y crean la belleza y la dignidad de una humanidad superior.
Acerca del propósito del Estado.
Asegura que en un futuro distante, la humanidad se enfrentará a problemas que solamente una raza superior, con dominio del mundo, podrá resolver.
Aunque en la actualidad la interpretación de la historia alemana que Hitler expone en Mein Kampf es considerada grotesca e inexacta, muchos alemanes compartían su visión histórica. Peor aún, cuando Hitler subiese el poder en 1933, se mantendría fiel a sus escritos y llevaría a cabo la expansión hacia el este, que desembocaría en la Segunda Guerra Mundial y en un genocidio de los pueblos eslavos y semitas.
Mein Kampf no sólo sirvió para la exposición de las ideas de Hitler, también le proporcionó su principal fuente de ingresos. Aunque el libro se publicó en dos volúmenes entre los años de 1925 y 1926, solamente vendió alrededor de 240.000 ejemplares entre 1925 y 1934, aunque en los primeros años las ventas fueron bajas. Hitler pasó esos años esquivando los impuestos aplicables sobre los derechos de autor de su libro, y acumuló una deuda tributaria de cerca de 405.500 Reichsmarks. Esta deuda lo perseguiría hasta que se convirtió en Canciller.

Reestructuración del partido

Entre 1924 y 1929 los nazis experimentaron pérdidas electorales.
Hitler salió de prisión el 19 de diciembre de 1924. Su movimiento revolucionario probablemente estaba en su punto más bajo, el Partido Nazi y sus órganos mediáticos habían sido prohibidos; además, Hitler tenía prohibido hablar en público y el gobierno regional estaba recomendando que fuese extraditado a Austria.Durante su ausencia, Gregor Strasser y Erich Ludendorff lideraron el movimiento nazi, y se fueron distanciando de él.
En el aspecto nacional, la inestabilidad política y económica que habían contribuido en el rápido crecimiento del Partido Nazi estaban quedando en el pasado. La hiperinflación y los fuertes pagos de indemnización habían sido amortiguados, y los franceses habían aceptado salir de la Renania. Aunque gracias a su fallido golpe Hitler llegó a tener cierta prominencia nacional, el puntal de su partido siguió siendo Múnich y en los meses siguientes el apoyo popular empezó a mermar. En las elecciones parlamentarias de diciembre, los nazis, que participaron bajo el nombre de "Movimiento Nacionalsocialista de Libertad", perdieron la mitad de sus votantes; en contraste, los socialdemócratas estaban recuperando los votos perdidos. Los nazis continuarían en decadencia hasta 1929, mientras tanto, Hitler tuvo que seguir organizando el partido y luchando por mantener el liderazgo del mismo.
Aunque muchos de sus colegas creían que estaba acabado, Hitler salió de prisión con una visión mesiánica de su papel en la historia, y aseguró que los buenos tiempos de la República no durarían. A los pocos días solicitó una entrevista con el Dr. Heinrich Held, Primer Ministro bávaro, y luego de realizar promesas de buena conducta, consiguió que legalizase el Partido Nazi de nuevo. Al periódico nazi Voelkischer Beobachter también se le permitió circular de nuevo. Creyendo en las promesas de Hitler, el Dr. Held le dijo a su Ministro de Justicia:
La bestia salvaje está controlada. Podemos permitirnos aflojar la cadena.
Dr. Heinrich Held sobre Hitler.
Aunque Hitler seguía siendo un autoritario, sus promesas de apegarse a la Constitución eran parcialmente ciertas. Sin embargo, el futuro dictador no había cambiado su ideología, sino más su estrategia. Habiendo fracasado en derrocar a la República con un golpe de Estado, ahora perseguía la "estrategia de la legalidad"; esto significaba adherirse a las normas de la Constitución de Weimar para poder ascender al poder legalmente. Algunos miembros del partido, sobre todo los líderes de las "camisas pardas", se opusieron a esta estrategia; Röhm la llegó a ridiculizar, apodando a Hitler "Adolphe Legalité" (Adolfo el Legal). De esta manera, Hitler ahora se apoyaría en la democracia y las elecciones para acceder al poder, y luego las destruiría:
En lugar de trabajar para conseguir el poder a través de un golpe armado, debemos taparnos las narices y entrar al Parlamento como oposición a los diputados católicos y marxistas. Si superarlos en votos lleva más tiempo que superarlos en disparos, por lo menos el resultado será garantizado por su propia constitución... Tarde o temprano alcanzaremos la mayoría, y después de eso a Alemania.
Acerca de su nueva estrategia constitucional.
El 27 de febrero de 1925, Hitler realizó su primer discurso desde su arresto en 1923, aunque la mayoría de sus hombres de confianza faltaban: Rosenberg, Röhm, Strasser y Ludendorff no asistieron, Eckart había muerto, y Göring estaba exiliado. Sin embargo, Hitler dejó claro que no pensaba compartir el liderazgo con alguien más:
Solamente yo lidero el movimiento, y nadie puede imponerme condiciones mientras yo personalmente asuma la responsabilidad.
En su primer discurso al salir de prisión.
No obstante, en esta ocasión Hitler no pudo contenerse. Pronto empezó a calificar al Estado, a los judíos y a los marxistas de ser "el enemigo"; y los amenazó de muerte. De inmediato el Estado bávaro le prohibió dar discursos por dos años. Desde entonces, la mayor parte de su tiempo la pasó en Obersalzberg, donde continuó escribiendo Mein Kampf. Temeroso de que en cualquier momento fuera deportado, el 7 de abril de 1925, renunció a su ciudadanía austríaca, convirtiéndose efectivamente en un hombre sin nacionalidad, ya que el gobierno bávaro se negaba a concederle la alemana.
Gregor Strasser, líder nazi que en varias ocasiones cuestionó el liderazgo de Hitler.
Sin poder utilizar sus dones de oratoria, Hitler empezó entonces a trabajar como propagandista y organizador. Fue en estos años que organizó el Partido Nazi a nivel nacional, y empezó a crear agrupaciones de todo tipo dentro del mismo. Pronto se crearon las Juventudes Hitlerianas y la Liga de Muchachas Alemanas, y se establecieron organizaciones en Austria, Checoslovaquia, el Sarre y la Ciudad Libre de Danzig. Se establecieron las SS como una subdivisión de las SA; sus miembros debían realizar un juramento de lealtad especial hacia Hitler y pronto se distinguieron por ser más confiables que los rudos "camisas pardas". Hitler se colocó a la cabeza de la jerarquía nazi, bajo el título de "Supremo Líder del Partido y de las SA, Presidente de la Organización Nacionalsocialista Alemana de los Trabajadores". Además, creó al "Directorado del Reich", compuesto por los principales jerarcas nazis. Uno de los objetivos de crear esta estructura tan vasta y compleja era la formación de "un Estado dentro de un Estado"; de esta manera, cuando los nazis finalmente llegasen al poder, Hitler podría destruir la estructura republicana en poco tiempo, y la reemplazaría por la estructura de su Partido.
Decidido a convertir a su partido en una fuerza nacional relevante, Hitler llamó a Gregor Strasser y le propuso la organización del movimiento en el norte de Alemania. La personalidad de Strasser competía con la de Hitler, y la idea de trabajar con independencia en Prusia, Sajonia, Hanóver y la Renania le agradó, por lo que se dedicó a esta tarea junto con su hermano Otto Strasser y un joven secretario llamado Joseph Goebbels. Sin embargo, la personalidad independiente de Strasser y su firme creencia en el elemento socialista del programa nacionalsocialista le ganaron la animosidad de Hitler; en poco tiempo, Strasser se convertiría en la amenaza más seria al liderazgo del último, y esto eventualmente le costaría la vida.
El 22 de noviembre de 1925, Strasser realizó una conferencia en Hanóver, donde apoyó la expropiación de bienes de la nobleza depuesta, medida que pronto iba a ser consultada en un plebiscito. De esta manera, la organización nazi del norte, la Arbeitsgemeinschaft der Gauleiter Nord-West, se unió junto a los marxistas en la campaña electoral. Hitler contraatacó el 14 de febrero de 1926, organizando una conferencia en Bamberg, donde obligó a Strasser y a Goebbels a retractarse de su programa. Para complicar la posición de Strasser, Goebbels abandonó su causa unos días después y se unió a Hitler. Sin embargo, este no sería el fin de la enemistad entre Hitler y Strasser.
Después de este encuentro, el partido de Hitler quedo aún más centralizado, y el llamado Führerprinzip ("Principio del líder") quedó finalmente arraigado en la organización partidaria. Bajo este sistema, los dirigentes no serían elegidos por su grupo, sino más bien designados por sus superiores, siéndoles delegada la completa responsabilidad ante ellos, al tiempo que exigirían la misma obediencia incondicional a sus subordinados. De acuerdo a Hitler, todo el poder y la autoridad debía ser delegada de arriba hacia abajo.

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